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omo si de un personaje de una
novela de Kundera se tratara, parece que la población checa hace ya tiempo que
no vive con Europa, pese a la paradoja de ser el país centroeuropeo parte del
alma del viejo continente[1]. En
esa centralidad histórica y en los zarandeos que ha padecido el país por sus
vecinos puede radicar la explicación de la indiferencia del pueblo checo en las
recientes elecciones al Parlamento europeo. Con
un 28, 22% de participación, República Checa es el quinto país con mayor
abstención de la Europa de los 27, solo superado por su vecina Eslovaquia (19,
64%), Lituania (20,98%), Polonia (24,53%) y Rumanía (27,67%), y a casi 15
puntos de la media europea[2].
De los aproximadamente
ocho millones y medio de electores sobre una población de 10.476.543 personas[3],
poco más de uno de cada cuatro votantes de este pequeño país de apenas 79.000
km2 situado en el corazón de Europa ejerció su derecho al voto los
pasados días 5 y 6 de junio. El resultado no ha sorprendido a tenor de los
anteriores comicios europeos, celebrados en 2004, donde la participación fue
casi idéntica, un 28,3%. ¿Qué pasa entonces con
el sentimiento europeo de la antigua Gran Moravia? ¿O será quizás que las
erradas son las élites políticas comunitarias, que Unión Europea (UE) no es
sinónimo de Europa?
Más huevos que programas
En el fondo, la
República Checa no es tan diferente de otros países como España, donde se
percibe a una Europa lejana e impersonal, cuyos miembros disfrutan de dorados
retiros a precio de hotel de cinco estrellas con todos los gastos pagados. A
propósito de esta disquisición, una estudiante de periodismo checa me comentaba
que aunque la visión mayoritaria sobre
No ha existido
una agenda de temas europeos durante la pasada campaña electoral y los asuntos
tratados fueron de política interna checa: los dos grandes partidos, el
socialdemócrata (CSSD) y el liberal-conservador (ODS), usaron el viejo
argumento de lanzarse los trastos a la cabeza, presentando los puntos negativos
del rival. ¿Les suena? El tema principal de la campaña fue la crisis económica.
En palabras del periodista y profesor de literatura Ales
Linduska, la campaña electoral dio respuesta a dos preguntas principales: ¿Quién
tenía mejor programa para salir de la crisis y quién de los contendientes
cometió más errores en sus períodos de gobierno pasados? El populismo no fue
bien recibido por los electores checos y quien se llevó la palma fue el mandamás
del CSSD, que durante unos días afrontó cada uno de sus mítines con la
sensación de ser una tortilla en potencia. Parece que esta costumbre, según Radio Praga[4], comenzó
el 13 de mayo en la ciudad de Kolín, cuando a un joven músico se le ocurrió
hacer publicidad a su formación pegándole un buen huevazo a su político más
odiado. Posteriormente la idea se extendió por la red social de Internet
Facebook y al final se convirtió en la noticia de las elecciones.
Las elecciones
muestran unos resultados que entraban dentro de lo posible según los sondeos de
opinión, que pasaron de pronosticar una victoria socialdemócrata quince días
antes de los comicios (32% frente a 23% del ODS), a invertir las tornas: dar
como ganador al partido conservador por una distancia de nueve puntos
porcentuales a apenas diez días de la votación. Y es que, parece que pesó más
el “perfil populista y hosco” del líder del CSSD –palabra de diplomática afincada en el país- y la moción de censura por él
instigada que derrocó al Gobierno de Topolanek, líder del ODS, en mitad
de la Presidencia de la UE, que las fotos del líder conservador desnudo y
rodeado de bellas mujeres en una villa de Cerdeña junto al primer ministro
italiano, Silvio Berlusconi. Al final se consumó el vuelco vaticinado en las
encuestas y el ODS, que formará parte de un nuevo grupo de la cámara de
Estrasburgo, el Grupo de Conservadores y Reformistas Europeos, abandonando el
grupo del Partido Popular Europeo al que perteneció hasta la fecha, obtuvo 9 escaños y casi el 32 % de los votos, por 7 y
poco más del 22% de los socialdemócratas, miembros del Partido Socialista Europeo,
revalidando la victoria que ya lograra hace 5 años. Las otras dos fuerzas
políticas que consiguieron representación parlamentaria fueron los comunistas
(KSCM) de Vojtech Filip, con
4 escaños y los demócrata-cristianos (KDU-CSL), socios del partido mayoritario en la cámara
comunitaria, el Popular europeo, con 2.
Han
supuesto estas elecciones un fracaso de los socialdemócratas si comparamos sus
resultados con las elecciones regionales del pasado otoño, donde obtuvieron
casi el 36% del apoyo popular, aunque no con respecto a las anteriores europeas
de 2004, donde apenas recabaron el 9% de los apoyos y obtuvieron 2 escaños[5]. La
derrota se ha de interpretar en clave interna, no como un castigo a los
planteamientos europeístas de un partido que lideró el proceso de adhesión a la
UE cuando dirigía el gobierno (1998-2006)[6]. En
cualquier caso, como afirma el presidente Vaclav Klaus, la participación fue
tan baja que se podría hablar de “un cuarto de elecciones”[7]. Klaus,
fundador y alma mater del ODS hasta
diciembre pasado, cuando abandonó el partido, es
un euroescéptico convencido, eurocínico[8], en
palabras del profesor de la Universidad
Palacký de Olomouc, Daniel Esparza, pues ataca a la UE mientras reconoce
que no hay otra alternativa a la misma. Es el presidente checo un personaje
polémico tanto dentro como fuera de su país. Considerado “raro” por parte de
los propios votantes checos, mantiene altos índices de popularidad,
especialmente entre la gente mayor y los antieuropeos convencidos, como los
comunistas que ayudaron a que saliera elegido presidente[9],
curiosa paradoja, habiendo hecho Klaus bandera política de la crítica del
pasado comunista.
Ni con Europa ni sin ella
Los
conservadores del ODS viven aún bajo la alargada sombra del presidente de la
nación y antiguo líder y su euroescepticismo les guió a firmar en julio de 2006 junto a los conservadores
(tories) británicos de David Cameron y al partido del ex primer ministro
polaco, Jaroslaw Kaczynski, un documento en el que se comprometieron a formar
un nuevo grupo dentro del Parlamento Europeo. Con todo, si Klaus dejó la
formación para patrocinar un nuevo partido a su imagen y semejanza, se debe a
discrepancias con un sector del partido, el de Topolanek, que pese a sus
reticencias defiende aprobar el Tratado de Lisboa. El lema de la presidencia
europea recientemente finalizada, ideado por el partido conservador, rezaba un
metafórico lema: ‘Europa sin barreras’. Una idea que, desde la línea liberal
que este partido defiende encierra, para el pensador más sibilino, una crítica
a la UE y a sus normas y regulaciones. ¿Acaso no se derribaron las barreras el
21 de diciembre de 2007, cuando la República Checa entró en el área Schengen?
De las 32
formaciones políticas que se disputaron 22
escaños -dos menos que en las elecciones
de 2004- de un total de 736 de
la eurocámara, 29 se quedaron sin representación parlamentaria. De los que quedaron fuera, el
que más cerca estuvo de obtener escaño fue el partido nacionalista Soberanía (Suveren),
firme detractor del Tratado de Lisboa y encabezado por la europarlamentaria y
antigua presentadora de televisión, Jana Bobosikova. El gran derrotado, además
de los socialdemócratas, ha sido el Partido Verde, miembro de la coalición del
gobierno depuesta el pasado 24 de marzo por una moción de censura de la
oposición de izquierdas, cuyo líder, Martin Bursik, presentó su dimisión el día
después de conocerse los resultados electorales. Las
escisiones que sufrió el partido en los últimos meses resultaron un lastre
demasiado pesado.
Llaman la
atención los buenos resultados obtenidos por los comunistas en un país que
vivió más de cuarenta años bajo el dominio soviético y cuyos intentos de
democratización, propugnados por el entonces primer secretario del Partido Comunista
Checo, Alexander Dubcek, y conocidos como ‘primavera de Praga’[10],
motivaron la ocupación del país por las tropas del Pacto de Varsovia en agosto
de 1968. Pese a esta historia de amargo recuerdo en términos no solo políticos
sino también económicos -antes de 1938 Checoslovaquia se podía comparar en
términos de industrialización con Bélgica, mientras que en 1956 no solo estaba
por detrás de los países de Europa occidental, sino que “era mucho menos
rentable y mucho más pobre que veinte años atrás”[11]-, el
Partido Comunista sigue fuertemente implantado en el país centroeuropeo.
Una vez más la
historia que vive en los corazones de la gente dicta sus pensamientos y la
población checa mantiene su desconfianza en que un país pequeño sea tenido en cuenta
por los grandes, reminiscencia de la endémica dominación alemana que sufrió el
país hasta la Segunda Guerra Mundial. Dominación tanto político-religiosa –como
durante la Guerra de los 30 años, cuando los no católicos tuvieron que elegir
entre el exilio o el abandono de su credo[12]-
como cultural –como consecuencia de la anterior-, cuyo ejemplo paradigmático
podría ser el de un Franz Kafka, símbolo universal de la Chequia literaria, que
salvo escasas excepciones escribió su obra en su lengua materna, el alemán,
lengua en la que fue educado por ser la que dotaba de reconocimiento social.
Se podría decir que los partidos
políticos checos son causa y efecto de la desafección que el pueblo manifiesta
hacia la política europea. Causa porque con sus campañas basadas en mirarse el
ombligo nacional no ‘enseñan’ a sus ciudadanos las bondades (y, porqué no
decirlo, las miserias) de la casa común europea. En este sentido, los
ciudadanos checos no confían en sus políticos, cosa nada rara entre nosotros,
los habitantes de la vieja Europa, puesto que, como señala el profesor
Linduska, “no les interesa que la ciudadanía piense mucho en la UE y sus
principios democráticos y de ahí que quieran ralentizar nuestra integración en
la Unión”. Será porque, como dice el politólogo Jiri Pehe, veinte años después
del comunismo, los miembros postcomunistas de la UE siguen siendo “democracias
sin demócratas”[13]. Efecto
porque se hacen eco del descreimiento y de los miedos (otra vez la
reminiscencia del pez grande que se come al pequeño) de sus ciudadanos
hablándoles de otras cosas y haciendo gala públicamente de su euroescepticismo.
Con todo, no todos los partidos
políticos son contrarios a la integración política europea. Los verdes son partidarios
sin ambages de la UE, hasta el punto de que el negociador designado por el
gobierno checo para negociar la Constitución europea, Jan Zahradil, uno de los
eurodiputados que ha revalidado su escaño,
llegó a acusarlos de ser “la quinta columna de los Eurofederalistas”[14].
Los democristianos son también europeístas, pero con matices, pues ya en la
reunión de marzo de 2007 en Berlín para negociar el Tratado constitucional, el
que fuera viceprimer ministro del gobierno y líder del partido, Jiri Cunek,
descartaba que el nuevo texto resultante se llame Constitución[15].
Los comunistas, la tercera fuerza
del país, son el único partido comunista de centroeuropa que no se ha reformado
después de la caída del telón de acero, y han oscilado entre una posición
anti-UE (antes de la adhesión) a una postura euroescéptica (una vez dentro del
Parlamento Europeo). Están en contra de la Constitución Europea, a la que acusa
de defender una política económica neoliberal, de limitar los derechos sociales
de los ciudadanos y de fortalecer el poder de la burocracia europea[16].
El resto de
fuerzas políticas, todas formaciones sin representación parlamentaria, no gozan
de un apoyo popular significativo, aunque han protagonizado algunas de las
anécdotas más desagradables de la campaña electoral, como es el caso del spot
televisivo del Partido Nacional, de extrema derecha, que instaba a la ‘solución
final de la cuestión gitana’ o de la publicidad del extremista Partido Obrero,
centrada en la misma etnia, llegando al punto de que la radiodifusión checa
dejó de transmitir los spots de ambos partidos. No fue el único problema al que
tuvo que enfrentarse la radiotelevisión pública, pues otro partido minoritario,
el Partido de los Particulares de la República Checa demandó ante la justicia a
la televisión pública checa por violar la ley electoral de los comicios
europeos, acusándola de violar la igualdad de derechos con respecto a la
competencia política en el país, pues la cadena pública previó una tertulia
sólo con los candidatos que, según un sondeo de opinión pública, superaran el
cinco por ciento de la intención de voto
El sistema electoral checo es diverso, en
función del tipo de elección de que se trate, contemplando tanto la elección
directa –como es el caso de las elecciones a la Cámara de Diputados o al
Parlamento Europeo- como indirecta –los comicios para presidente de la
República, que es elegido por el Parlamento-. En el caso de las elecciones
europeas gana el escaño aquella agrupación política que consiga por lo menos un
5 por ciento de los votos. El elector puede marcar dos candidatos dándoles el
voto preferencial y todo el territorio del país constituye un solo distrito
electoral[17]. Existen
además, subsidios públicos por voto conseguido para aquellas formaciones que
superen el 1% del censo electoral. Solo por esta finalidad crematística a los
partidos les interesaría promover el voto en estas elecciones, pues la bajada
de la participación ha reducido las subvenciones públicas en 1, 2 millones de
coronas respecto a las de 2004. Los socialdemócratas y verdes han sido los que
peor balance han tenido entre dinero gastado en la campaña y subvención
recibida: los socialistas gastaron dos veces y media más de lo obtenido,
mientras que los ecologistas doblaron su déficit[18].
Los grandes
periódicos han asistido como convidados de piedra al debate europeo
preelectoral. Desde que se abrió la campaña el pasado 20 de mayo, apenas han
dedicado espacio en sus portados para temas electorales, como no fuera la noticia
antes apuntada del lanzamiento de huevos, prestando atención a anécdotas
menores y tan ilustrativas como el divorcio del antes mencionado ex premier
Topolanek. La prensa sigue, según el profesor Linduska, un modelo de
orientación anglosajona, de mayor independencia con respecto a las fuerzas
políticas, aunque sí tienen una línea ideológica que se orienta más hacia un
lado u otro: “Por ejemplo –apunta- el periódico Mladá Fronta Dnes está más próximo al partido conservador que al
socialdemócrata”. Matiza el profesor Esparza que los periodistas al
estar obsesionados con ser objetivos, no se posicionan y “se quedan en la mera
descripción”, en lo que podría ser una reminiscencia comunista, de que cuando
alguien se destacaba políticamente, resultaba sospechoso.
Durante la campaña
hubo aisladas menciones de consideración a la problemática europea, pues los
políticos no les surten de información comunitaria, como denunciaba el 20 de
mayo el diario Hospodařské Noviny, advirtiendo
que el problema está en que muchos de los candidatos al Parlamento Europeo
montan sus campañas sobre temas de política nacional, lo que se les vuelve como
un boomerang, pues los electores les miden según los éxitos o fracasos del
gobierno de turno y no de cara a Europa. El periódico Lidové Noviny abundaba en este
tema criticando en su edición del 5 de junio que la mayoría de los temas
tratados durante la campaña fueran nacionales, que se prestara poca atención al
debate profundo sobre el Tratado de Lisboa y (en caso de su aprobación durante
los cinco próximos años) a la ampliación de las competencias de los
eurodiputados elegidos durante estos días. Este medio recomendó a los electores
orientarse más por las personalidades individuales de los candidatos que por
los partidos. El diario Pravo, por su
parte, destacaba en su número del 22 de mayo la influencia significativa del
trabajo del Europarlamento mediante opiniones como la de la eurodiputada Zuzana
Roithová, que hacía hincapié en la importancia de la cita electoral: “El 80 por ciento de todas las leyes que
nosotros adoptamos acá en el Parlamento Europeo afecta directamente a la
República Checa”. Como es obvio, los europarlamentarios son,
probablemente, de los pocos políticos en alentar el debate europeo, pues no en
vano gozan de interesantes prebendas. Las listas de los partidos han sufrido
una renovación simbólica desde los anteriores comicios, puesto que 14 de los 22
elegidos defendían escaño.
Perspectivas
de futuro: ¿al fin la Constitución europea?
Los checos han tenido ya sus seis
meses de protagonismo europeo, “jugar a la democracia”, que dijo el máximo
mandatario Klaus en una entrevista televisiva[19].
Dos eran los retos de la presidencia checa que concluyó el pasado 30 de junio, según
el profesor Esparza: Sacar a la UE de
una doble crisis, la política institucional derivada de la congelación del
Tratado de Lisboa y la crisis económico-financiera; y regresar a Europa[20].
Misiones sin duda complejas, titánicas para un período tan corto. La crisis
económica continúa y los expertos auguran una recuperación, cuando menos,
lenta. En la cumbre de Bruselas de 20 de junio pasado, el independiente Jan
Fischer, que dirige el gobierno desde el pasado mes de abril, celebró la
consecución de un acuerdo con Irlanda para incluir un protocolo en el Tratado
de Lisboa que permita al gobierno del trébol someterlo de nuevo a referéndum,
con garantías en cuestiones tales como su ventajoso régimen fiscal, la
prohibición del aborto o la protección de derechos laborales.
Este
anexo al Tratado ha sido criticado, entre otros, por el jefe del estado, que ha
manifestado recientemente que quiere
ser el último dirigente europeo en dar a conocer su postura respecto al documento
acordado en la capital portuguesa. El
pasado 26 de junio se conoció un sondeo en el que se ponía de manifiesto que
Klaus empieza a perder popularidad entre la población (un 55 por ciento
de la población confía en él, un 15 por ciento menos que hace un año) y precisamente es la postura
negativa del mandatario en torno al Tratado de Lisboa le ha hecho perder
puntos. El documento aún no ha sido ratificado por Alemania, pendiente de una
decisión de su Tribunal constitucional, Polonia, la República Checa e Irlanda.
Con
respecto al segundo de los objetivos, si ha vuelto República Checa a Europa, es
decir, si ha existido un cambio de actitud, más europeísta, animado por una
mayor relevancia en la escena europea y, por ende, mundial, es difícil
afirmarlo, principalmente, porque la segunda mitad de la presidencia ha sido
conducida por un gobierno de tecnócratas. El partido vencedor ha sido el ODS,
pero, ¿ha sido esa victoria fruto de su gestión en el primer tramo del semestre
europeo? Sinceramente, creo que la respuesta es no. Las elecciones, tanto desde
las élites políticas como desde los medios de comunicación, siguen enfocándose
en clave interna, pero seamos sinceros, en mayor o menor medida esto ocurre en
todos los países de la UE.
La UE no
es necesariamente la panacea a todos lo males, pero como dijo el ex primer
ministro Topolanek al presidente Klaus, no hay otra alternativa: “o Lisboa o
Moscú”. Se puede ser crítico, incluso tensar la cuerda en busca del beneficio
nacional, pero no se puede ignorar la importancia de una institución que aportó a Chequia solo en el período 2004-2006 casi mil millones de euros de los fondos de
cohesión[21].
Hay que hacer pedagogía política para que la
población acuda a votar, a opciones favorables o contrarias a la UE, pero que
participe. No en vano, el voto de un checo vale el doble que el de un español,
un francés o un alemán. Parece que la política checa vive un invierno, pero
después de esta estación siempre viene la primavera. La mayoría del pueblo
checo no está en contra de la UE, pues hasta las bases y los votantes del
mayoritario ODS son bastante europeístas[22].
Los checos han sido en ocasiones unos adelantados a su tiempo, como cuando la
revuelta husita que, criticando la ostentación de la Iglesia católica, se
adelantó casi un siglo a la reforma protestante. Y han formado siempre parte
del corazón de Europa, desde que el rey de Bohemia, Wenceslao, fue
coronado emperador
del Sacro Imperio Romano-Germánico en Roma en el año 1355, con
el nombre de Carlos IV. La idea de una Europa benefactora a buen seguro está
latente en un país que en el referéndum de adhesión a la UE de 2003 votó superando
el 55% del censo y con casi el 80% de los electores a favor[23].
Pese a que los checos entienden la
necesidad y los puntos positivos de su pertenencia a la UE – el 20 de mayo, en el
arranque de la campaña electoral, el diario Hospodařské
Noviny publicó una encuesta que develaba que aunque más de la mitad de los
electores checos no pensaba votar, el 56 por ciento de los ciudadanos aseguraba
que la Unión Europea es el mejor instrumento para repeler los efectos de la
globalización- parece que todavía flota en el subconsciente colectivo el
recuerdo del país pequeño zarandeado por los grandes, francos, alemanes o
húngaros, cuando
no traicionado por sus aliados, como con en el Pacto de Munich, cuando Francia
e Inglaterra, ante el temor de no estar preparadas para otra guerra contra
Alemania, dejaron que Hitler se anexionara la región de los sudetes primero, en
1938, e invadiera al año siguiente el resto del país[24].
Casi 20 años
han transcurrido desde que los checos, tras el largo período comunista celebraron sus primeras elecciones libres
en junio de 1990, bajo la presidencia del dramaturgo Václav Havel. Tres años
después se separó Eslovaquia y once años más tarde tomó cuerpo la unión con
Europa (2004). Hacen falta líderes políticos que,
más allá de su ideología, en la línea de lo expresado por el antiguo consejero
jefe del ex presidente Havel, Jiri Pehe, “busquen acuerdos y los respeten una
vez alcanzados”[25]. Es necesario, como
apunta la profesora de Ciencia Política de la Universidad de Praga, Vladimíra
Dvořáková, que los partidos expliquen cómo las decisiones adoptadas en
Estrasburgo afectan a las políticas de los distintos países[26].
Ocurra lo que
ocurra en las futuras elecciones generales anticipadas de octubre, debe existir
un consenso de mínimos sobre la Unión Europea. Se puede discrepar, pero no es
muy prudente ir “contra todo”, como manifiesta el presidente Klaus en su
Autobiografía. Hace ocho siglos, en una expedición cruzada, un rey Bohemio, el
premislida Otakar II, fundó la ciudad de
Královec (antigua urbe prusiana de Königsberg y actual ciudad rusa de Kaliningrado)[27].
Éste es el espíritu paneuropeo que bulle en la antigua nación del Imperio
austrohúngaro. Chequia habrá de jugar un papel importante en la fundación de la
Europa del siglo XXI y, de este modo, los europeos, como el gran lanzador de
jabalina, Jan Zelezny, podremos llegar más lejos que nadie.
[1] Milan Kundera: La
inmortalidad. Ed. Tusquets, Barcelona, 2005, p. 303. Dice Kundera: “hacía ya
mucho que no vivía en el mundo; su único mundo era su alma”.
[2] Página web del Parlamento
europeo: http://www.elections2009-results.eu/es/turnout_es.html
[Acceso: 30/06/09].
[3] Página web de la Oficina
checa de estadística: http://www.czso.cz/eng/redakce.nsf/i/population
[Acceso: 30/06/09]. Datos poblacionales a 31 de marzo de 2009.
[4] Radio Praga (Praha, en
checo) es el servicio de la Radiodifusión pública checa para el exterior, con
una completa programación de emisiones en inglés, francés, español, alemán y
ruso.
[5] Página web de resultados
electorales de la Oficina checa de estadística: http://www.volby.cz/ [Acceso: 08/06/09].
[6] Daniel Esparza y Petra
Mestankova: “Los checos frente a la crisis europea”. Revista del Real Instituto
Elcano (ARI) nº 60/2007 de 29/05/2007, p. 5.
[7] “People do not realise
huge importance of EU institutions: Klaus“. Noticia
de la Agencia Checa de Prensa CTK del 8 de junio.
[8] Daniel Esparza: “Ya nadie
sueña en Praga”. Periódico El País
de 31/12/2008.
[9] Según el profesor Ales
Linduska.
[10] Gran
Enciclopedia Universal. Vol 4. Ed. Espasa. 2004. p. 2545.
[11] Historia de Europa. Tomo II. Ed. Espasa. Pozuelo de Alarcón. 2007.
p. 839.
[12] Página web del gobierno
checo gestionada por el Ministerio de Asuntos exteriores: http://www.czech.cz/es/chequia/historia/todo-sobre-la-historia-checa/la-guerra-de-los-treinta-anos?i=
[Acceso: 30/06/09].
[13] Jiri Pehe: “Las raíces de
la crisis en el Este”. Periódico El País de 27/04/2009.
[14] Daniel Esparza y Petra
Mestankova: “Los checos frente a la crisis europea”. Revista del Real Instituto
Elcano (ARI) nº 60/2007 de 29/05/2007, p. 2.
[15] Ibidem, p. 3.
[16] Ibidem, p. 5.
[17] Página web del Parlamento
Checo, Acta que regula las elecciones europeas: http://www.psp.cz/cgi-bin/eng/docs/laws/2003/62.html
[Acceso: 07/07/09].
[18] “Czech EU election winner gains subsidy of 22
million crowns”. Noticia de la
Agencia Checa de Prensa CTK del 8 de junio.
[19] Daniel Esparza: “Ya nadie
sueña en Praga”. Periódico El
País, 31/12/2008.
[20] Daniel Esparza: “Los
checos frente a la crisis europea”. Revista del Real Instituto Elcano (ARI) nº
28/2009 de 10/02/2009, p. 1.
[21] Página web de la Comisión
Europea: http://ec.europa.eu/regional_policy/funds/procf/cf_es.htm
[Acceso: 07/07/09].
[22] Daniel Esparza: “Los
checos frente a la crisis europea”. Revista del Real Instituto Elcano (ARI) nº
28/2009 de 10/02/2009, p. 2.
[23] Página web de resultados
electorales de la Oficina checa de estadística: http://www.volby.cz/pls/ref2003/re13?xjazyk=EN
[Acceso: 08/06/09].
[24] Página web del gobierno
checo gestionada por el Ministerio de Asuntos exteriores: http://www.czech.cz/es/chequia/historia/todo-sobre-la-historia-checa/la-segunda-guerra-mundial?i=
[Acceso: 30/06/09].
[25] Jiri Pehe: “Las raíces de
la crisis en el Este”. Periódico El País de 27/04/2009.
[26] Markéta Hulpachová: “Voters still unclear on
EU issues”. Semanario Prague Post de 03/06/2009.
[27] Página web del gobierno
checo gestionada por el Ministerio de Asuntos exteriores: http://www.czech.cz/es/chequia/historia/todo-sobre-la-historia-checa/los-premislidas?i=
[Acceso: 08/06/09].
* Este artículo se realizó para un libro con motivo de las elecciones al Parlamento europeo de 14 de julio de 2009 y la entonces próxima entrada en vigor del Tratado de Lisboa. Por avatares del destino (editorial) nunca se materializó dicha publicación, pero quería compartir aquí el fruto del arduo trabajo periodístico realizado.